jueves, 25 de abril de 2013

A vista de cóndor

Desierto de Atacama
Desde las alturas infinitas, con la mirada del majestuoso cóndor, dominador de los vientos y las montañas, la tierra se descubre virgen, inmaculada. Desde el azul inmenso no se percibe el dolor anónimo, la carencia básica, el esfuerzo ingrato, el olvido eterno.
Desde la lejanía no se sienten los dramas ni las penas, no se escuchan los llantos ni las risas, no se conocen las historias ni los sueños. Desde la distancia es difícil mancharse con el polvo, la sangre y el sudor que moldea a mi gente. A kilómetros de indiferencia no es posible sentirse hermano, sentirse humano.
El observador distante aprecia los paisajes y las formas, los colores y texturas, indiferente ante la guerra que se debate en sus entrañas: la lucha por la vida, por la dignidad, por la conquista del presente para asegurar el futuro.
Desiertos, montañas, quebradas, volcanes, nieves, arenas, ríos, dunas… una linda fotografía que no refleja lo que sólo la tierra conoce.
Bájate de tu cielo, cóndor ausente, espectador indiferente, turista de la vida. Bájate de tu nube y adéntrate en las venas, las lágrimas, las risas y los cantos de este pueblo que te espera, de este mundo que te necesita, de esta historia que te llama.

domingo, 21 de abril de 2013

Más allá de la historia

Morocomarca (Norte de Potosí, Bolivia).
Oculto entre milenarias montañas, cerquita del cielo y del sol que, como buen padre los protege y cuida, se encuentra un pueblo ancestral. Es el pueblo de la tierra, de los vientos y las rocas. Un pueblo que camina a contramano de la historia, conservando sus tradiciones y arrastrando sus históricos fardos. Un pueblo que sufre la seducción de un supuesto progreso que secuestra a sus hijos, condenándolos a la miseria de la periferias urbanas, a la guerra de las drogas y la delincuencia. Un pueblo que ama su tierra, pero que todavía la baña con sangre cuando la violencia se torna juez para dirimir los problemas. Un pueblo que necesita crecer en dignidad, para ser respetado por todos, para que exista respeto entre ellos. 
Más allá de los cerros, atravesando ríos y barrancos, hay un pueblo que clama, un pueblo que calla, un pueblo que resiste, un pueblo que soporta. Enraizado en la tierra que los sustenta, hay un pueblo que danza al ritmo del arado, con la melodía de los vientos y la fuerza de las rocas. Un pueblo que observa impotente como la minería se come las entrañas de su madre. Sangriento sacrificio para la obtención de riquezas que nunca verán ni disfrutarán. Para ellos siempre la exclusión. Para ellos el olvido. Para ellos la tentación de una vida más fácil y cómoda. De ellos la mano de obra que enriquecerá a otros.
Más allá de las montañas, cerquita del cielo y del tata sol que los protege, hay un pueblo que todavía cree que, con educación, mañana todo podrá ser mejor.

domingo, 14 de abril de 2013

May llajtamanta canqui? (¿De qué país vienes?)

Primer día completo en esta tierra boliviana y una pregunta resuena dentro de mí: May llajtamanta canqui? (¿de qué país vienes?).

Soy de España, pero vengo de Brasil, aunque ya viví mucho tiempo en Venezuela... soy... país... palabras cada vez más confusas en mi identidad personal.

Los documentos y papeles oficiales dejan todo muy claro, demasiado, en un mundo donde todos somos de alguna forma mestizos. Somos fruto de la mezcla, del encuentro, del intercambio, de la comunión.

Soy... del mundo. Quiero ser del mundo. Quiero mirar el rostro próximo y reconocer un hermano, no un extraño o un extranjero. Quiero responder con una sonrisa a quien me sonríe, sin importar el color, el origen, el idioma o la apariencia. Quiero que todas las banderas nos unan y arropen, no que nos dividan y enfrenten. Tal vez por eso me guste tanto la Wiphala, la bandera de los pueblos andinos, expresión de unidad e complementariedad universales (del hombre y la mujer, de las diferentes regiones y sus pueblos, de los sistemas económicos y sociales, de las estaciones, de los elementos...). 

Ahora yo también pertenezco a este universo de la Wiphala, como un hijo adoptado, acogido desde la inocencia de quien, sin conocerme, confía en que no venga como colonizador, como quien todo lo sabe, como "desarrollado", sino como hermano, para aprender del pueblo, de la tierra, de las montañas ancestrales, del Inti Tata (padre sol) y de la Mama Quilla (madre luna). Quiero pertenecer a este mundo colorido, diverso, mestizo, que respeta, conoce y valora cada raíz, cada origen, pero que mira con esperanza y compromiso a un futuro de justicia y comunión fraterna, universal.

May llajtamanta canqui? No vengo de ningún país. Vengo del mundo. Porque soy de quien me acoge. Soy de quien, conmigo, quiera construir un nuevo mañana. Soy de quien se sienta hermano y hermana de la humanidad toda, hijo e hija de la tierra, padre y madre de la justicia y la paz.