miércoles, 18 de diciembre de 2013

¡Y llegaron las lluvias!

Después de diversos intentos frustrados, finalmente el cielo se abrió derramando mares de bendición y vida. Por muchas semanas los rostros campesinos recorrían la distancia que hay entre la resquebrajada tierra seca y el inmenso cielo azul, como buscando en el infinito, como suplicando. Las semillas depositadas con cariño en la tierra, apenas humedecida por unas tormentas pasajeras, dormitaban en medio de la incertidumbre. ¿Será que no va a llover más? ¿Habremos perdido la cosecha por apresurar la siembra? De nuevo violentas tormentas nos visitaron, con chaparrones de esos que lavan la tierra en lugar de fecundarla. Incluso el granizo nos azotó sin piedad, arrasando los primeros brotes que se erguían en las tierras más prósperas. Pero el tiempo iba pasando y el sol continuaba firme, orgulloso, adueñándose del cielo y de la tierra.

En estos días una nube viajera decidió descansar un poco en la destacada cumbre del Tuti (montaña próxima que desde antiguo ha servido como servicio de meteorología para este pueblo que sabe leer como nadie las señales de la naturaleza). Un sombrero en la montaña más destacada de la región, una blanca cabellera sobre el milenario cerro, una buena señal para quien día y noche busca resolver los enigmas del clima, pues de él depende su vida. 

Y, efectivamente, como si se tratase de la mejor y más esperada predicción meteorológica, el Tuti hizo renacer la esperanza del campesino, el vigor de la semilla, la vida de esta tierra dura y maltratada. Unos pocos días después comenzaron a caer las primeras gotas, dispersas, como asustadas. Poco a poco la lluvia se volvió pertinaz, constante, como quien empieza a gustar y ya no quiere parar más. Día y noche fuimos bendecidos por una cortina de agua, fina, cariñosa, besando el suelo al caer, acariciando las piedras, fecundando esta tierra sedienta, preñando su ardiente deseo de vida. 

En estas alturas andinas estoy aprendiendo a leer y amar la literatura ancestral de la naturaleza. Hasta ahora mi vida dependía de tantas y tan complejas cosas, que había olvidado la sencilla y, al mismo tiempo, radical relación que el ser humano tiene con la tierra, con esta Madre que nos sustenta y soporta, que nos sufre y perdona. Somos de la tierra y de ella dependemos. El sol en su justa medida, el agua a tiempo, el frío sin exageraciones, el calor cuando sea necesario, todo en esta naturaleza todavía viva es importante. De cada pequeña cosa dependerá que haya alimento o no, que el año sea próspero o que nos toque apretar los puños, los dientes y el estómago. 

Nunca como ahora descubrí con tanta claridad lo delicada y apasionante que es la vida cuando nada en ella está asegurado. Y en medio de esta incertidumbre, temida y rehuida por muchos, emerge con la misma claridad el verdadero sentido de la vida, el radical valor del día a día, la profunda emoción de la auténtica aventura humana.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Vos eres mujer y me entiendes

Homenaje a la Madre Tierra y a la mujer boliviana.
Madre Tierra, mamita nuestra
Vos eres mujer y me entiendes
Yo sé que me entiendes

En nuestras entrañas
Como una insignificante semilla
Descansa la energía vital
Que renovará el mundo
De nuestra sangre
Tantas veces derramada
Por la violencia machista
Nacerá la ternura
Que, como suave caricia
Transformará la vida

Mamita, Tierra nuestra
Vos eres mujer y me entiendes
Sí, yo sé que me entiendes

Como yo
Tú sabes lo que es el desprecio
Expoliadas
Explotadas
Humilladas
Por la mano de quien no sabe amar
Por el odio de quien se cree superior
Por la codicia de quien adora el oro
¡Nos han violado tantas veces!

En tu silencio sufriente
Escucho el eco de mi dolor
Abandonadas
Insultadas
Maltratadas
Nuestras heridas abiertas
Transpiran tanta rabia acumulada
En siglos de sumisión y ofensa

Mamá, Tierra nuestra
Vos eres mujer y me entiendes
Seguro que me entiendes

Nos han extraído la vida
Llenándonos de vergüenza
Nos han transformado en basura
Ocultando nuestra belleza
Nos han usado hasta agotarnos
Para que no pensemos
Para que no sintamos
¡Para que no nos rebelemos!

Madre Tierra, mamita nuestra
Vos eres mujer y me entiendes

En cada surco abierto con esfuerzo
Mis lágrimas bautizaban las semillas
Y en cada flor sonriendo en la mañana
Vos alimentabas mi esperanza
Con el amor de quien me conoce
Acogías siempre mis dolores
Y en tu regazo eterno
Arrullabas con paciencia mis lamentos

Tierra Madre, mamita mía
Juntas hemos construido la historia
Y juntas levantaremos el futuro
Con el amor de los hijos 
Cuando su corazón se ablande
Con la rebeldía de las hijas
Cuando su dignidad descubran

Madre, Tierra nuestra
Vos eres mujer y me entiendes
Estoy segura de que me entiendes
Y estoy segura también
Que algún día nos entenderán
Quienes lloran su feminidad en silencio
Las madres despreciadas
Las mujeres maltratadas 
Las hijas violadas
Por monstruos salvajes

Madre Tierra, mamita nuestra
No soportemos más este oprobio
Que nuestro dolor se levante 
Y como huracán indetenible
Arranque para siempre
La mano que golpea
El insulto que ofende
La ambición que explota
La inconsciencia que contamina
La injusticia que nos domina

Madre Tierra, mamita querida
Vos eres mujer y me entiendes
Sí, yo sé que me entiendes.