sábado, 14 de junio de 2014

El frío del sur nos visita

Un viejo amigo ha vuelto a casa y se ha instalado entre nosotros. Se trata del invernal frío quien, poco a poco, ha ido espantando las suaves temperaturas, adueñándose sin misericordia de amaneceres, atardeceres y noches. Empujado por los vientos del sur, arrastrándose por las cimas nevadas, acariciando las heladas rocas andinas, el frío va llegando, lentamente, sin pausa. Y el paisaje se va transformando en una metamorfosis cíclica y necesaria. El verde veraniego, los campos floridos, la exuberancia vegetal van cediendo frente al empuje del ocre, desnudando troncos y ramas, descubriendo piedras y campos, sacando a la superficie los fondos de los ríos que, como venas abiertas y secas, atraviesan los campos con el agua sólo en la memoria.

El invierno nos va dominando, paralizando, arrugando, obligándonos a ocultar nuestra vida abajo de chompas, ch’ullu, ponchos, mantas y chalinas. La natural timidez andina se refuerza en estas fechas con las sucesivas capas de lana, en la tenaz tentativa de alejar el frío. 

El viento sur transforma climas, cambia paisajes, altera ritmos de vida, adorna de blanco las montañas, amenaza especies y cultivos, azota pueblos. En estas alturas australes se percibe el poder del viento sur con toda su crudeza y pasión. 

Y mientras me arropo y abrigo, animado con el pijcho de coca, comienzo a divagar sobre estos fenómenos. Hace mucho tiempo que todas las verdades, todos los saberes y todas las leyes nos han ido llegando del norte de este mundo asimétrico. Culturas, ejércitos, religiones, paradigmas… todo lo que se consideraba válido, moderno, civilizado, provenía del norte. Nada de lo que forma parte de la vida humana en el sur se juzgaba respetable. Todo en el sur debía ser superado, modernizado, purificado, en definitiva, occidentalizado.

Ahora, sintiendo el frío sur en mi rostro, pienso: ¿No habrá llegado ya el tiempo en que el sur del mundo (y también el sur del norte) como frío vendaval se levante, azote y haga temblar a esta humanidad adormecida? ¿Hasta cuándo habrá que seguir aguantando tanta humillación, desprecio y olvido, por parte de quienes siempre se creyeron el ombligo del mundo? 

En este Sur geográfico, sociológico y humano, está surgiendo un nuevo horizonte, comunitario, solidario, digno, universal, superando los modelos únicos generadores de exclusión, de miseria, de muerte. En este Sur ignorado hay un pueblo que sueña con una vida digna y ecológica. Un pueblo que trabaja y produce para vivir, no como esos otros que viven para trabajar y poder consumir lo que innecesariamente se produce. En este Sur explotado hay una esperanza sembrada en cada hijo/a, muchas veces reventada a golpes machistas, pero siempre creciendo en medio de la carencia. 

En este Sur subversivo hay un frío que lo invade todo, invitándonos al rebujo hogareño, compartiendo la sagrada coca, soñado con nuevos amaneceres y desde la cálida sencillez campesina, agradecer por cada fruto obtenido y rogar por cada semilla depositada con esfuerzo en el seno de la Pachamama. 

El frío del sur nos visita pero no nos vence. Hoy más que nunca, el chicote invernal nos espolea para que mantengamos viva la esperanza, reafirmando nuestras convicciones y construyendo con orgullo nuestro futuro.