El sol ha estampado su rostro en el paisaje anzaldino. Cuando el verde comienza a perder su hegemonía, cediendo terreno frente al ocre invernal, los campos de trigo alcanzan su apogeo, engalanando el paisaje andino, mostrando en el esplendor de su brillo el cálido rostro de Tata Inti (Padre Sol).
Pasó ya la cosecha de la papa, el maíz también sucumbe al golpe de la mano campesina, surtiendo de choclo las despensas familiares y ofreciendo sus cañas para sustentar el ganado en la escasez invernal. Tunas, arvejas, habas, todas ya abandonaron sus plantas madres, recompensando el esfuerzo de quien sembró esperanzado. Ahora es el tiempo del trigo, alimento típico y básico del pueblo anzaldino. Las cargadas espigas se elevan vanidosas sobre hierbas y arbustos, dejándose mecer por el cada vez más frío viento. En su danza colectiva, se acuestan y levantan, se balancean y encrespan, se abrazan y empujan, un pequeño mar áureo agitándose armoniosamente en medio del polvo y las piedras.
Sin embargo, su presente dorado tiene los días contados. La mano que sembró y cuidó se prepara ya para la siega. Las hoces comienzan a despertar del letargo, afilando sus dientes para la dura jornada que se aproxima. Su esplendor es efímero, sus días de grandeza pasajeros, pero suficientes para alegrar la vista del viajero.
El trigo es un maravilloso aliado del pueblo de la tierra. No es exigente con el suelo ni con el clima, no precisa de grandes cuidados, sabe retribuir con abundancia los esfuerzos invertidos. Humilde en su opulenta apariencia, se ofrece por entero en cada espiga, en cada grano. Y aunque la cosecha es dura, la recompensa siempre vale la pena.

Los campos de trigo resplandecen en el horizonte, pero su pompa se extinguirá rápidamente. Mientras tanto, en la opaca y desapercibida cotidianidad, continuaremos educando, alimentando sueños, alentando esfuerzos, despertando conciencias, transformando vidas.
El sol grabó su rostro en el paisaje anzaldino, temporalmente. Su fuego, sin embargo, lo sembró para siempre en el corazón humano.
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