Hoy, 21 de junio, celebramos la fiesta del Willka Kuti o Inti Raymi, el regreso del Sol, es decir, el Nuevo Año Andino Amazónico.
Se trata de una celebración antigua, arraigada en los ancestros del pueblo aymara y de los diversos pueblos amazónicos. En el día del solsticio de invierno, cuando la noche parece imponerse al día, el Sol emerge con una fuerza inusual, anunciando que el ciclo de la historia gira de nuevo, que un nuevo capítulo se abre para la Pachamama, que una nueva energía viene a nosotros para ayudarnos en nuestra transformación constante, en un nuevo renacimiento de armonía y equilibrio cósmico.
Estamos en el año 5524 del calendario andino. Son muchos años, muchos ciclos, mucha historia. Desde la piel occidental y europea, parece que América nació ayer, cuando la ambición blanca pisó por primera vez la arena de Abya Yala. Sin embargo, esta tierra tiene unas profundas raíces, vivas, ricas, cultas. Los diferentes pueblos que habitaron estas tierras reverenciaron al Padre Sol como fuente de energía vital, como referencia permanente de un Algo Más que cuida, protege y bendice al ser humano. En las montañas andinas, Tata Inti se esfuerza cada día por garantizar el equilibrio perfecto en esta naturaleza tan maltratada y explotada. Junto a la Pachamama, como padre y madre, nos inspiran a sacar lo mejor de nosotros mismos, nuestros mejores esfuerzos para la construcción de un mundo y una humanidad feliz, garantizando la plena realización de todo cuanto existe, no sólo de nuestro insaciable deseo de posesión, de consumo y depredación.
Al comenzar un nuevo año, nos abrimos con humildad y agradecimiento a los primeros rayos de Tata Inti, pidiendo que la página del pasado pueda voltearse sin heridas, sin rencores, sin cargas innecesarias. Al mismo tiempo pedimos al Padre Universal que nos conceda su fuerza, su sabiduría y su energía para iniciar este nuevo ciclo renovados, comprometidos con el bien común, buscando juntos la reconciliación de la humanidad, de la historia, de la naturaleza, del cosmos.
Este año, en el que la naturaleza parece querer ponernos a prueba, castigándonos con una sequía feroz, le pedimos al Padre que perdone la codicia de la especie humana que tanto daño está provocando en este paraíso que se nos fue confiado. En medio de tanta necesidad, de tanta escasez, de tanto esfuerzo baldío, elevamos nuestra oración y abrimos nuestras conciencias para que la luz de Dios nos ilumine y nos enseñe a luchar por lo necesario, lo justo, lo digno, sin perder más energías, tiempo ni recursos en lo que solamente sirve para crear división, exclusión y violencia.
Que el regreso de nuestro Tata Inti con su luminoso e intenso amor, traiga paz, justicia y alegría a esta sufrida tierra.
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