Recientemente acogimos en nuestro colegio a más de 1200 participantes del Encuentro de Catequistas de la Arquidiócesis de Cochabamba, con presencia también de otros Departamentos vecinos. Durante el encuentro pudimos disfrutar de la diversidad de expresiones culturales, de los diversos elementos de identidad (sombreros, ch’ullus, ponchos, aguayos, polleras…). Una infinidad de colores, figuras, diseños, combinaciones y adornos, alegraron nuestra vista en esos días. Y como es normal, no podía faltar la música y la danza, lenguaje omnipresente en las alturas andinas.
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Sicureada en Anzaldo (Encuentro de catequistas). |
De las diferentes expresiones musicales traídas por las comunidades participantes, quiero destacar hoy la sicureada. Se trata de un género musical y una danza de ancestrales raíces, interpretada por sikus y acompañada por bombos. En la sicureada cada músico de siku toca la mitad de la melodía en una perfecta combinación con otro músico que le completa, de forma alternada, con las notas que faltan. Las dos partes del siku, llamadas Arka e Ira, están en manos de diferentes músicos que, necesariamente, deben combinarse, armonizarse, coordinarse y entenderse para poder ejecutar la melodía completa. Y cuando el grupo es bueno, además de los dos intérpretes emparejados, existen otros dos que les acompañan con las notas bajas y altas respectivamente, conformando una polifonía perfecta. Y no olvidemos los imprescindibles bombos, marcando el ritmo de la música y de la danza.
Los músicos y las bailarinas (normalmente las mujeres) usan sus mejores galas, coloridas, adornadas, brillantes. Juntos forman dos ruedas para dar vida a esta antigua danza. Con pasos cortos, cadenciosos, van forjando dos ruedas que giran lenta e incansablemente, con la mirada puesta en el centro, con los pies acariciando la madre tierra, despertándola, amándola.
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Sicureada en Anzaldo (Encuentro de catequistas). |
Los sikuris coordinadamente van dando y recibiendo, entregando y recogiendo, girando en el ciclo de la vida, de las estaciones, de las actividades agrícolas. El ritmo pausado y constante nos invita a la contemplación del universo, del cosmos al cual pertenecemos y en el que existimos de forma activa, moviéndonos en su seno, transformando lo que está a nuestro alcance, comprendiendo su lógica, respetando sus leyes y tiempos, entregando nuestro trabajo y recogiendo sus frutos.
Música y danza de agradecimiento a la Pachamama por la vida que nos confía, por la vida que se regenera. Es la música de un universo vivo. Es el ciclo de la vida y del tiempo. Es la danza de la vida, la vida danzada, la vida compartida y celebrada con Aquél que es la Vida.
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