Estamos ya en las vísperas del día de Bolivia, la gran fiesta de un pueblo que son muchos, de un estado creado artificialmente (como los son la mayoría, por no decir todos), de un país nacido en medio de invasiones, esclavitudes, rebeliones, ejecuciones, explotaciones, guerras, dictaduras... Un estado “plurinacional” (paradigma político pionero en el mundo entero) bautizado, alimentado y madurado con sangre.
El día de la patria es una bonita oportunidad para recordar una historia sufrida, para traer a la memoria las hazañas libertadoras de quienes se rebelaron contra la dominación extranjera, de renovar el espíritu libertario que transformó esta tierra oprimida y explotada en un estado soberano, dueño de su proprio destino, responsable de su presente y constructor de su proprio futuro.
Sin embargo hoy, la celebración de este día me lleva a otras reflexiones de carácter mundial, internacional, histórico. Hablar del día de la patria me provoca un sentimiento ambiguo. Por un lado, como decía anteriormente, surge la memoria agradecida de quienes dieron la vida por conquistar la libertad y la autodeterminación, desterrando de sus tierras al invasor, opresor y explotador. Por otro lado, mirando la historia de nuestra humanidad, surge un sentimiento de rebeldía contra el concepto mismo de “patria”. La historia de los pueblos y naciones de la tierra es una historia de sometimientos, de invasiones, de opresiones, explotaciones. Los más fuertes siempre subyugaron a los más débiles, los más evolucionados militarmente impusieron su raza sobre las demás, los más ricos exterminaron a sus rivales para no perder sus privilegios, los más poderosos transformaron sus costumbres (culturales, religiosas, económicas…) en la única verdad.
Fueron muchos los argumentos, banderas, causas y justificaciones que auspiciaron guerras, invasiones, exterminios, esclavitudes… pero desde hace tiempo un concepto se impuso a los demás: la patria. En su nombre se han sacrificado generaciones, se han aniquilado pueblos y culturas, se ha destrozado la naturaleza y se han manipulado las conciencias. Debo reconocerlo, la sola palabra patria me da miedo, me provoca rechazo, me predispone negativamente.
¿Cuál es la patria de tantos pueblos divididos por fronteras artificiales? ¿Qué puede significar la patria para quienes son explotados o marginados por sus propias autoridades? ¿Qué color tiene la patria para quienes nunca fueron reconocidos como pueblo? ¿Qué decir de patrias creadas por la fuerza bruta y que hoy siguen exterminando pueblos enteros para evitar que construyan su propia patria? ¿Qué es la patria para las minorías ignoradas o para las mayorías invadidas?
Me resisto a conmemorar la patria, sea cual sea. No me identifico con ninguna patria y por ninguna de ellas daría la vida. En mi ya mediana vida me he sentido vasco, español por obligación, me hice venezolano, brasileño, ahora boliviano y ¿mañana? Seguiré siendo del mundo, esa es mi patria, esas son mis fronteras, la humanidad toda es mi paisana. Sólo ella, la humanidad, merece el sacrificio de la propia vida. Únicamente ella y su derecho a vivir con dignidad, con justicia y en paz, merece que le entreguemos nuestros mejores talentos y esfuerzos. Solamente por la familia humana, pasada y futura, celebraré que un día, en un rincón de este maravilloso planeta, se desterró, al menos por un tiempo, la opresión…
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